Trabajando con lupas y pinzas, el relojero suizo Phillipe me explicó meticulosamente cómo saca, limpia y vuelve a colocar las pequeñas piezas de relojes mecánicos artesanales. Entre las intrincadas partes, me mostró el elemento esencial: el muelle o resorte espiral. Esta pieza mueve todos los componentes que hacen que el reloj marque la hora. Sin él, incluso el reloj mejor diseñado no funciona.
En un hermoso pasaje de Hebreos, el escritor alaba elocuentemente a Cristo por ser Aquel por quien Dios hizo los cielos y la tierra. Como lo intrincado de un reloj artesanal, cada detalle del universo fue hecho por Él (Hebreos 1:2). Desde la inmensidad del sistema solar hasta la singularidad de nuestras huellas dactilares, todo fue hecho por Él.
Pero más que el Creador, Jesucristo —como el resorte espiral de un reloj— es vital para que la creación funcione y fructifique. Constantemente, su presencia «sustenta todas las cosas con la palabra de su poder» (v. 3), lo cual mantiene unido en su asombrosa complejidad todo lo creado.
Mientras disfrutas hoy de la belleza de la creación, recuerda que «todas las cosas en él subsisten» (Colosenses 1:17), y que con un corazón gozoso, alabes al Señor por su provisión constante a nuestro favor.