En 2017, el huracán Harvey produjo inundaciones catastróficas en el este de Texas, en Estados Unidos. La violencia de la lluvia retuvo a miles de personas dentro de sus casas, sin que pudieran escapar. En lo que se llamó la «Flota de Texas», muchos ciudadanos llevaron botes de otras zonas del estado y del país para ayudar a evacuar a la gente varada.
El proceder de aquellas personas valientes me trae a la mente el ánimo de Proverbios 3:27, que nos insta a ayudar a otros cuando podamos. Ellos podían ayudar a los necesitados, llevando sus botes. Y así lo hicieron. Sus acciones demostraron la disposición a usar sus recursos para beneficio de otros.
Quizá nosotros no siempre nos sintamos adecuados para la tarea que se nos presenta. A menudo, nos paralizamos al pensar que no tenemos habilidad, experiencia, recursos o tiempo para ayudar a otros. Entonces, nos apresuramos a ponernos a un costado, sin pensar en lo que sí tenemos y que podría ser de ayuda para alguien. La Flota de Texas no podía detener la inundación ni organizar la ayuda gubernamental, pero sí tenía al alcance sus botes para asistir a sus conciudadanos. Ojalá todos trajéramos nuestros «botes» para elevar por encima de las circunstancias a los necesitados.