Una amiga y yo fuimos a caminar con sus nietos. Mientras empujaba el cochecito, comentó que estaba desperdiciando sus pasos, ya que el medidor de actividad que tenía en la muñeca no los registraba porque no estaba moviendo el brazo. Entonces, le recordé que, de todos modos, esos pasos la ayudaban a estar físicamente saludable. «Sí —dijo riéndose—, ¡pero quiero conseguir esa estrella dorada electrónica!».

¡Entiendo lo que siente! Trabajar en algo sin tener resultados inmediatos es desalentador. Pero las recompensas no siempre son instantáneas o visibles al momento.

Pablo le explicó a la iglesia de Galacia que «todo lo que el hombre sembrare, eso también segará» (Gálatas 6:7), pero que «no nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos» (v. 9). Hacer el bien no es la manera de ganar la salvación, y el texto tampoco especifica si la cosecha será ahora o en el cielo, pero podemos estar seguros de que «cosecharemos numerosas bendiciones» (6:9 ntv).

Hacer el bien es difícil; en especial, cuando no vemos o no sabemos cuál será la cosecha. Pero como mi amiga que igualmente se beneficiaba de caminar, ¡vale la pena seguir haciendo bien en vista de la bendición que vendrá!