Desde 1989, Keith Wasserman ha decidido no tener casa por unos días cada año, para crecer en amor y compasión. Director ejecutivo de Good Works, Inc., Keith dice: «Me voy a vivir en las calles para ampliar mi perspectiva y comprensión» de quienes no tienen una casa donde vivir.
Me pregunto si su estrategia de identificarse con aquellos a quienes sirve no podría ser una imagen diminuta de lo que Jesús hizo por nosotros. Dios mismo, el Creador del universo, decidió limitarse a la condición vulnerable de un bebé, vivir como humano, sentir lo que todos experimentamos y, finalmente, morir a manos de hombres, para que nosotros podamos tener relación con Dios.
El autor de Hebreos declaró que Jesús participó «de carne y sangre […] para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo» (2:14). Se hizo menor que los ángeles, aunque Él los creó (v. 9). Murió, aunque es inmortal. Sufrió por nosotros, aunque es el Dios todopoderoso. ¿Por qué lo hizo? Para ayudarnos a vencer las tentaciones y para reconciliarnos con Dios (vv. 17-18).
Que experimentemos hoy su amor, sabiendo que nos entiende y que ya proveyó la forma de que nuestros pecados sean perdonados.