Un tesoro enterrado. Suena como algo tomado de un libro de cuentos para niños. Pero el excéntrico millonario Forrest Fenn afirma haber dejado un cofre con joyas y oro, por valor de 2.000.000 de dólares, en alguna parte de las Montañas Rocosas. Muchos han ido a buscarlo. Incluso, cuatro personas murieron tratando de encontrar esas riquezas escondidas.
Proverbios nos da una razón para detenernos y pensar: ¿Hay acaso alguna clase de tesoro que merezca semejante búsqueda? En el capítulo 4, un padre le escribe a su hijo sobre cómo vivir bien y sugiere que la sabiduría es algo que vale la pena buscar ante todo (v. 7). Dice que ella nos guiará por la vida, impedirá que tropecemos y nos coronará de honra (vv. 8-12). Cientos de años después, Santiago, uno de los discípulos de Jesús, también enfatizó la importancia de la sabiduría: «la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos» (Santiago 3:17). Cuando buscamos sabiduría, encontramos que toda clase de cosas buenas florecen en nuestra vida.
Buscar sabiduría es, en definitiva, buscar a Dios, ya que Él es su fuente. Además, la sabiduría de lo alto es más valiosa que cualquier tesoro enterrado que podamos imaginar.