Llega la época del año en que las familias se reúnen para celebrar. Sin embargo, algunos tememos encontrarnos con parientes «preocupados» cuyas preguntas pueden hacer que los que siguen solteros o los que no tienen hijos no tengan ganas de verlos.
Imagina la angustia de Elisabet, que todavía no tenía hijos después de estar casada varios años. En su cultura, era una señal de rechazo de parte de Dios (ver 1 Samuel 1:5-6), y podía considerarse vergonzoso. Aunque ella vivía con rectitud (Lucas 1:6), sus vecinos y parientes tal vez pensaban lo contrario.
No obstante, ella y su esposo seguían sirviendo fielmente al Señor. Entonces, cuando estaban muy avanzados en años, ocurrió un milagro: Dios respondió a su oración (v. 13). A Él le encanta mostrarnos su favor (v. 25). Y aunque parezca que se retrasa, su tiempo y sabiduría son siempre perfectos. El regalo especial de Dios para ella y su esposo fue un niño que sería el precursor del Mesías (Isaías 40:3-5).
¿Te sientes incómodo porque parece faltarte algo: un título universitario, un esposo o esposa, un hijo, un trabajo, una casa? Sigue viviendo fielmente para el Señor y espera pacientemente en Él y en su plan, como Elisabet. Él conoce tu corazón y escucha tus oraciones, y siempre está obrando en y a través de nosotros.