La mansión Graceland, en Menfis, Tennessee, en los Estados Unidos, es una de las casas más visitadas de ese país. Se construyó en la década de 1930 y se le puso ese nombre en honor a la tía abuela (Grace) del dueño original. Posteriormente, se hizo famosa por ser la casa del cantante Elvis Presley.
Me encanta el nombre Graceland [Tierra de la gracia] porque describe el territorio asombroso donde Dios me colocó cuando perdonó mis pecados y me hizo hijo suyo. Me sacó de las tinieblas y me introdujo en su «tierra de la gracia».
El apóstol Pablo afirma que «abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo» (Romanos 5:15). ¡Estaré siempre agradecido porque ese «muchos» me incluye a mí y porque el amor de Dios me ha trasladado al territorio de su gracia maravillosa, infinita e incomparable!
Piensa en la bendición de estar en la tierra de la gracia del Señor. Es un ámbito donde tenemos entrada a su presencia y donde esa misma gracia continúa fluyendo diariamente en nuestra vida. Pablo señala que, aun en tiempos de desesperación, Dios nos concede la gracia suficiente para que salgamos adelante (ver 2 Corintios 12:9).
Independientemente de lo que nos suceda, nada puede sacarnos de la esfera de la gracia divina.