Para Marlene y para mí, «sentimientos encontrados» describe exactamente nuestro casamiento. No me malinterpretes. Fue un acontecimiento maravilloso que continuamos celebrando después de más de 35 años. Sin embargo, la fiesta de bodas se vio empañada porque la madre de Marlene había muerto de cáncer unas semanas antes. Su tía ocupó de manera extraordinaria la función de «madre de la novia», pero en medio de nuestra felicidad, había algo que evidentemente no estaba bien. Faltaba Mamá, y eso afectaba todo.

Esta experiencia tipifica la vida en un mundo perdido. Nuestras experiencias aquí son una mezcla de cosas buenas y malas, de alegrías y tristezas; una realidad que Salomón expresó con estas palabras: «Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja» (Proverbios 14:13). El corazón alegre suele entristecerse, porque esto es lo que a veces demanda la vida.

No obstante, gracias a Dios que esta vida no es lo único que existe. Y en la que está por venir, quienes conocen a Cristo tienen una promesa: «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron» (Apocalipsis 21:4). En aquel gran día, ¡no habrá sentimientos encontrados, sino solo corazones satisfechos con la presencia de Dios!