Remordimiento de comprador
¿Alguna vez experimentaste remordimiento de comprador? Yo sí. Justo antes de comprar algo, siento ese entusiasmo que genera adquirir algo nuevo. Sin embargo, después de comprarlo, a veces me aplasta una ola de remordimiento. ¿Lo necesitaba realmente? ¿Debería haber gastado ese dinero?
Estimada para Dios
Ante la noticia de la muerte de un amigo en común, un sabio hermano que conocía al Señor me envió estas palabras: «Estimada es a los ojos del Señor la muerte de sus santos» (Salmo 116:15). La vida de nuestro amigo se caracterizó fundamentalmente por una vibrante fe en Jesucristo, y sabíamos que estaba en el cielo con Dios. Sus familiares también tenían esa certeza, pero yo solamente me había concentrado en la tristeza que experimentaban. Y está bien considerar a los demás en sus pérdidas y angustias.
Grandes expectativas
Una vez, le pregunté a un consejero cuáles eran los temas más importantes por los que la gente acudía a él. Sin vacilar, afirmó: «La raíz de muchos problemas son las expectativas frustradas. Si no se tratan, generan enojo y amargura».
Mejor que lo planeado
Las interrupciones no son nada nuevo, y es raro que pase un día tal como lo hemos planeado.
La maravilla de la cruz
Mientras visitaba Australia, una noche particularmente despejada tuve la oportunidad de ver la Cruz del Sur. Ubicada en el hemisferio sur, esta constelación es una de las más visibles. Ya en el siglo xv, los marineros y los navegantes comenzaron a basarse en ella para determinar su posición y navegar por los mares. Aunque es relativamente pequeña, se ve durante casi todo el año. Aquella noche, la Cruz del Sur brillaba tanto en medio de la noche oscura, que aun yo pude distinguirla entre el cúmulo de estrellas. ¡Fue una vista realmente magnífica!
La disciplina de esperar
Es difícil esperar. Esperamos en el supermercado, entre el tránsito, en el consultorio médico. Jugueteamos con los pulgares, apretamos la mandíbula y nos frustramos. En otra esfera, esperamos que llegue una carta, que vuelva un hijo descarriado o que cambie nuestro cónyuge. Esperamos un bebé al cual sostener en brazos. Esperamos que se cumpla un deseo del corazón.
Un día común y corriente
Mientras recorría una exposición en un museo titulada «Un día en Pompeya», me llamó la atención que se repetía permanentemente el tema de que el 24 de agosto del 79 d.C. había empezado como un día común y corriente. La gente realizaba sus actividades habituales en sus casas, en el mercado y en el puerto de esta próspera ciudad romana de 20.000 personas. A las ocho de la mañana, empezaron a verse una serie de emanaciones en el cercano Monte Vesubio, las cuales fueron seguidas durante la tarde por una violenta erupción. En menos de 24 horas, Pompeya y muchos de sus habitantes quedaron sepultados debajo de una espesa capa de ceniza volcánica. Algo totalmente inesperado.
¿Dónde estabas?
En el siglo xviii, el misionero Egerton Ryerson Young trabajó en Canadá entre la tribu Salteaux. El cacique le agradeció por haberles llevado la buena noticia de Cristo, señalando que la había escuchado por primera vez ya siendo anciano. Como sabía que Dios era el Padre celestial de Young, el cacique preguntó: «¿Eso significa que ahora Él es mi Padre también?». Cuando el misionero respondió que sí, todos los que los rodeaban estallaron en gritos de alegría.
Marca de francobordo
En el siglo xix, los barcos solían cargarse en exceso y, como resultado, se hundían y se perdía la tripulación. En 1875, para remediar esta negligencia, el político inglés Samuel Plimsoll propuso una ley para crear una línea en el costado de los barcos que mostrara si llevaban demasiada carga. Esa «marca de francobordo» se conoció como la Línea de Plimsoll, y sigue apareciendo hoy en los cascos de los barcos.
Ladrillos sin paja
Muchos enfrentamos el desafío de trabajar con recursos limitados. Con menos dinero, menos tiempo, energía reducida y pocos ayudantes, nuestras responsabilidades no disminuyen. A veces, incluso aumentan. Hay un dicho que resume este concepto: «Más ladrillos, menos paja».