Entre las criaturas de Dios, ¡la mariposa es una de las más hermosas! Su vuelo delicado, sus alas coloridas y sus patrones migratorios son rasgos que la convierten en una obra maestra del mundo natural.
Este insecto volador no solo deleita la vista, sino que también nos proporciona ejemplos extraordinarios de la maravillosa obra creadora de Dios.
Por ejemplo, la majestuosa mariposa monarca puede recorrer 4.800 kilómetros al migrar a América Central, y llegar exactamente al mismo árbol donde sus padres o incluso sus abuelos se posaron una o dos generaciones antes. Lo hace guiada por un cerebro del tamaño de la cabeza de un alfiler.
O consideremos su metamorfosis: después que la oruga se envuelve en una crisálida, libera una sustancia química que convierte su interior en una pasta… sin partes perceptibles. De algún modo, de allí emergen el cerebro, los órganos internos, la cabeza, las patas y las alas de una mariposa.
Un experto en estos insectos declaró: «La transformación del cuerpo de una oruga en el cuerpo y las alas de una mariposa es, sin duda, una de las maravillas de la vida sobre la Tierra». Otro estudioso piensa que esta metamorfosis es «merecidamente considerada un milagro».
«¡Cuán innumerables son tus obras, oh Señor!» (Salmo 104:24); y la mariposa es una de ellas.