En Idaho, Estados Unidos, los pastores trasladan sus rebaños de las llanuras a las montañas durante la primavera. Miles de ovejas suben por los senderos para llegar a tierras elevadas donde pastarán en el verano.

La semana pasada, mi esposa y yo nos topamos con uno de esos rebaños. Las ovejas estaban recostadas en una pradera junto a un arroyo tranquilo; una escena pintoresca que evocaba el Salmo 23.

Pero ¿dónde estaba el pastor? Las ovejas parecían estar solas, hasta que algunas se separaron del resto y empezaron a alejarse hacia un barranco lejano. Entonces, oímos un agudo silbido desde arriba. Levantamos la vista y vimos que el pastor estaba sentado en una colina desde donde vigilaba su rebaño. Un perro montañés y dos collies de pastoreo estaban a su lado. Ante la señal del pastor, los animales se lanzaron a toda velocidad por la ladera y arrearon las ovejas descarriadas de regreso al rebaño.

Del mismo modo, el buen Pastor está vigilándote. Aunque no puedas verlo, ¡Él te ve a ti! Sabe tu nombre y conoce todo acerca de tu vida. Eres la oveja de su pastura (Ezequiel 34:31). Dios promete reconocer sus ovejas, apacentarlas en buenos pastos y vendar las perniquebradas (vv. 12, 14, 16).

Puedes confiar en que el Señor está alerta para cuidarte.