Un día, mi esposa me llamó al trabajo y dijo: «Algo pasa en la casa de al lado. Está lleno de autos». Como conocía la ocupación de mi vecino, temí lo peor, lo cual se confirmó de inmediato. Mientras cumplía su deber, Trevor Slot, que era policía, había sido asesinado al tratar de detener a dos ladrones que escapaban de un banco. Nuestra comunidad quedó atónita.
Trevor no tuvo tiempo de prepararse para morir; sin embargo, estaba listo. Su fe en Cristo era firme y su reputación de hombre sobresaliente estaba intacta. En su funeral, al que asistieron cientos de policías, su colega, el detective Brandyn Heugel declaró: «Era un oficial dedicado a su trabajo, pero primero y principal, fue un marido que amaba a su esposa Kim y que adoraba a sus hijas Kaitlyn y Abbie». En verdad, el tema central de los elogios a Trevor fue su gran personalidad, y su amor y preocupación por su familia.
Su vida ejemplificó las palabras de Colosenses 3:12-13: «Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros…». Estas características dejan un legado inspirador.
No sabemos cuándo Dios nos llamará a nuestro hogar celestial, pero sí estamos seguros de esto: cada día es una oportunidad para dejar un testimonio digno de nuestra fe.