Un día, cuando estaba en el centro de Chicago, tomé un taxi. Cuando subí, observé varias propagandas de un gurú de la Nueva Era pegadas en el asiento delante de mí. El chofer declaró que este místico era el «enviado divino» para nuestra época. Creía que Dios había designado diversos líderes a través de las edades, y que Jesús había sido simplemente el elegido para su generación.
Por supuesto, no estuve de acuerdo. Mientras hablábamos, mencioné las palabras de Jesús: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14:6). En contraposición a la creencia del taxista, Jesús no fue solo una posibilidad entre una serie de líderes religiosos iluminados; Él es el único camino para conocer a Dios, y solo a través de Él, podemos ir al cielo.
Como «el Hijo del Dios viviente» (Mateo 16:16), Jesús no declaró simplemente que era la máxima autoridad espiritual, sino que también lo demostró con su muerte y resurrección. Cristo ofreció «una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados» (Hebreos 10:12).
El Señor Jesucristo dijo de sí mismo: «… yo soy en el Padre, y el Padre en mí» (Juan 14:11). Por lo tanto, no necesitamos investigar ningún camino «nuevo» para la salvación. Es mejor aprender todo lo posible sobre Cristo, ya que Él es el único que puede darnos seguridad espiritual.