Uno aprende mucho al acompañar a otros en momentos difíciles. Esto nos sucedió cuando nuestro amigo Samuel enfermó de cáncer y, con su esposa Carolina, tuvieron que recorrer ese complicado sendero. Durante un año, estuvimos al tanto y oramos, mientras él soportaba el tratamiento y la angustia. Pero, cuando todo parecía superado, se diagnosticó que el mal progresaba.
La decepción fue evidente. El segundo año se parecería mucho al primero, ya que tendría que recibir más quimioterapia y volver a padecer los efectos secundarios.
No obstante, cuando nos contó lo que sentía frente a la perspectiva de más meses de tratamiento, dijo algo que puede aleccionarnos a todos: «Queremos asegurarnos de que, a través de todo esto, Dios sea glorificado y que reflejemos su amor a los demás». ¡Qué maravilla! Mientras enfrentaba otro año de dolor y de luchas, la principal prioridad de Samuel era mostrar el amor de Dios a través de todo eso. Estaba vislumbrando el momento de «la revelación de [la] gloria [del Señor] (1 Pedro 4:13).
Carolina les escribió a sus amigos: «Ha sido un año de pruebas, pero Dios siempre nos ha llevado de la mano con su misericordia y su gracia. Que nunca quitemos nuestra mirada de Él ni de su amor para con nosotros».
¿Qué pruebas estás enfrentando? Tal como Samuel y Carolina, tú también puedes depender de la gracia del Señor que te ayudará a atravesarlas. Ora asimismo pidiendo que puedas reflejar su amor.