Hace poco, una grúa tuvo que remolcar el automóvil de mi esposa. Cuando le expliqué al hombre de la compañía cómo encontrar mi casa, le dije que le indicara al chofer que no siguiera las instrucciones de su GPS (sistema de posicionamiento global). Como había otra calle con el mismo nombre, pero quedaba del otro lado de un campo, era necesario darle indicaciones precisas. Entonces, me aseguró que le informaría.
Mientras esperaba junto a la entrada del garaje preguntándome dónde estaría la grúa, el chofer llamó y me dijo que había seguido las instrucciones de su GPS, pero que no podía encontrar el número. Mmmmm… Le repetí las indicaciones que había dado anteriormente y, al instante, apareció.
Los cristianos tienen la responsabilidad de indicar el camino exacto para que una persona pueda llegar al cielo: mediante una relación personal con Cristo (ver Juan 3:16; 1 Corintios 15:1-5). Es necesario ayudarlas a darse cuenta de que, si siguen su propio «GPS» religioso, como el hacer buenas obras o esperar ser lo suficientemente buenas, eso no las llevará al cielo. Si bien debemos respetar las creencias de los demás, es preciso que les testifiquemos sobre el evangelio verdadero de la muerte, la sepultura y la resurrección de Cristo.
Jesucristo lo expresó mejor cuando dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14:6).