Después de una crisis financiera mundial, el gobierno de los Estados Unidos decretó leyes más estrictas para proteger a la gente de prácticas bancarias cuestionables. Los bancos tuvieron que modificar sus políticas para acatarlas. A fin de notificarme de tales cambios, mi banco me mandó una carta, pero cuando llegué al final, tenía más preguntas que respuestas. ¡Estaba claro que el uso de frases como «se podrían» o «a nuestro criterio» no sonaban como algo de lo que yo pudiera depender!
Por el contrario, el Antiguo Testamento cita a Dios haciendo numerosas promesas. A David, le prometió: «… yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino» (2 Samuel 7:12-13, énfasis agregado). No hay incertidumbre en esas palabras. Reconociendo la fidelidad de Dios a Sus promesas, el rey Salomón expresa en su oración de dedicación del templo: «… has guardado a tu siervo David mi padre lo que le prometiste; tú lo dijiste con tu boca, y con tu mano lo has cumplido…» (2 Crónicas 6:15). Siglos más tarde, el apóstol Pablo dijo que todas las promesas de Dios son «sí» en Cristo (2 Corintios 1:20).
En un mundo de incertidumbre, nuestra confianza está puesta en un Dios fiel que siempre cumple lo que promete.