El libro de Jonás tiene los ingredientes necesarios para el guión de una gran película: un profeta que huye, una terrible tormenta en el mar, un gran pez que se traga al vocero divino, Dios que le perdona la vida y una ciudad pagana que se arrepiente.
Pero la continuación de Jonás —el libro de Nahum— tal vez no sea tan popular. Este profeta sirvió en Nínive como lo había hecho su antecesor, pero unos 100 años después. En esa ocasión, los ninivitas no tuvieron ningún interés en arrepentirse. Por tanto, Nahum condenó a la ciudad y pronunció juicio sobre el pueblo.
El profeta le predicó a la Nínive no arrepentida, diciendo: «Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable» (Nahum 1:3). No obstante, también pronunció un mensaje de misericordia. Para consolar al pueblo de Judá, declaró: «Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían» (v. 7).
En las historias de Jonás y de Nahum, vemos que cada generación nueva necesita responder a Dios en forma individual. La vida espiritual de una persona no puede entregársele a otra; cada uno debe decidir en su propio corazón si va a servir al Señor. El mensaje de Dios es tan actual hoy como lo fue hace cientos de años: Juicio para los que no se arrepienten y misericordia para los arrepentidos. ¿Cómo vas a responder?