Según una leyenda, el nombre del estado donde nací, «Idaho», viene de una palabra de los indios shoshone: «i-da-jou»; que traducida significa algo parecido a: «¡Miren! El sol se levanta sobre la montaña». Suelo pensar en esto cuando el gran astro aparece sobre las cumbres en el oriente y derrama su luz y su vida sobre el valle donde vivimos.
También pienso en la promesa de Malaquías: «… nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación» (Malaquías 4:2). Esta es la irrevocable promesa de Dios de que nuestro Señor Jesús volverá y de que toda la creación «será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios» (Romanos 8:21).
Cada nuevo amanecer es un recordatorio de la mañana eterna cuando el «Sol brillante del cielo» saldrá trayendo salvación en Sus alas. Entonces, todo lo que ha sido hecho se volverá a realizar de manera irrevocablemente perfecta. No habrá espaldas ni cinturas doloridas, dificultades financieras, pérdidas ni vejez. Una versión de la Biblia dice que, cuando Jesús vuelva, saldremos «saltando como becerros recién alimentados» (Malaquías 4:2 NVI). Este es mi mayor anhelo y esperanza.
Jesús dijo: «Ciertamente vengo en breve» (Apocalipsis 22:20). ¡Sí, ven, Señor Jesús!