¿Alguna vez has trazado una línea alrededor de tu vida y
has dicho, «Ya no avanzaré más. Le pertenezco a Dios y
voy a vivir a la manera de Él?
Eso es lo que significa ser santo. 2 Corintios 6:16-17 describe
la santidad como estar «separado.» El apóstol Pablo escribió,
«Porque nosotros somos el templo del Dios vivo, como Dios
dijo:?habitare en ellos, y andare entre ellos; y sere su dios, y ellos
seran mi pueblo. Por tanto, salid de en medio de ellos y apartaos,
dice el Señor.»

«Sal . . . y mantente separado.» La palabra significa «delimitar
una frontera.» La separación es santidad en acción. «No iré allí; no
lo considero. No toleraré eso en mi vida porque le pertenezco a
Dios. He hecho mi elección y por la gracia de Dios no voy a
retroceder.»

Vivir una vida santa comienza formando convicciones y
viviendo dentro de las líneas que has trazado alrededor de ellas.
Si no has establecido tus propios límites basándote en la Palabra
de Dios, de seguro que vas a luchar. Podría irte bien por una
temporada, pero si no prestas atención al llamado de Dios a
actuar de manera diferente, finalmente revolotearás justo de
vuelta a ese antiguo patrón de fracaso.

Algunos podrían decir, «Bueno, simplemente dejo que mi
conciencia sea mi guía.» Pero tu conciencia sólo puede hacer
sonar la alarma en cuanto a una convicción que has establecido.
A menos que vayas con regularidad a la Palabra de Dios,
formando convicciones y estableciendo límites en cuanto a lo que
crees que está bien y lo que está mal, tu conciencia no podrá
hablar. Sólo es útil como un sistema recordatorio de lo que ya has
establecido en base a la Palabra de Dios.

¿Estás listo para ganar la victoria en alguna área en particular
de pecado persistente? Escucha el tierno llamado de Dios a salir
de él: «Termina con eso. No pertenece a la vida de mi hijo.»
Y escucha el mandamiento de Dios: «sed santos, porque Yo
soy santo» (1 Pedro 1:16). Hay gozo y bendición y vida en toda su
plenitud cuando respondes al santo llamado de Dios en tu vida.
—JM