Una manera de fortalecer nuestras vidas contra el pecado es
llevar una vida de gratitud activa. La insatisfacción puede
convertirse en un monstruo amenazador. Nunca debe
ignorarse un alma insatisfecha. Los sentimientos constantes o
crónicos de insatisfacción son banderas rojas que con las que se
tiene que lidiar. Puede que tales sentimientos signifiquen que falta
algo vital, y necesitamos buscar a Dios sin demora.

Otras veces, los sentimientos de insatisfacción persistentes
apenas si pueden ser el derivado de vivir en una sociedad que se
consiente demasiado. Piensa en ello. Los publicistas gastan
incontables millones de dólares al año, con el único objeto de
convencernos de que todavía no estamos satisfechos. Algunas
veces, nuestros sentimientos nos dicen que estamos menos
satisfechos de lo que realmente estamos.

Cómo podemos saber la diferencia? Aplica la frase que Pablo
nos dio: «Dad gracias en todo» (1 Tesalonicenses 5:18). La gratitud
activa curará la insatisfacción inducida por uno mismo o por la
sociedad. A menudo sabemos cuál es nuestro problema. Incluso
sabemos cuál puede ser el remedio. Pero debemos tomar la
medicina que receta la Palabra cuando no andamos muy bien
espiritualmente.

Muchas veces no tenemos un problema de conocimiento;
tenemos un problema de obediencia. Dad gracias en todo. El árbol
no se cortará con tan sólo tratar de sentarse sobre un tronco
como alguien con apariencia de agradecido. Se requiere de una acción
de gracias activa.

Cuando me siento deprimido o un poquito como un niño
mimado, a menudo percibo a Dios hablándole a mi corazón,
«Dilas todas, hijo.» Ni siquiera tengo que preguntar a qué se
refiere. Habla acerca de que comience a decir unas 20 ó 30 de
las miles de maneras en que Él ha sido bueno conmigo. Dios ha
tenido tal misericordia en mi vida que yo debiera estar entre las
personas más agradecidas de por acá, y eso es exactamente lo
que quiero ser.

Si nuestros corazones egoístas están tratando de engañarnos y
hacernos tener un sentimiento de insatisfacción, una dosis de
agradecimiento curará aquello que nos achaca. Si no lo hace,
tenemos un problema más grave, y diligentemente debemos
buscar la sabiduría y el remedio de parte de Dios. —BM