En 1601, el misionero italiano Ricci, dirigió un equipo a China
para compartir las verdades del cristianismo. No fueron con
las manos vacías. Tratando de satisfacer una necesidad,
llevaron con ellos los libros occidentales sobre la ciencia, la
medicina, la arquitectura, la matemática; un clavicordio; relojes;
calendarios; y mapas.
Los chinos recibieron muchos de estos artículos con interés y
aprecio. Pero los mapas eran problemáticos. Como más tarde lo
explicaría el traductor del diario de Ricci, «Ellos creen firmemente
que el imperio [chino] se encontraba justo en medio [del mundo].
No les gusta la idea de que la geografía empuje a su China a un
rincón del oriente.»
Demostrando ser una persona con inventiva, Ricci decidió
cambiar el diseño del mapa. Dejó un margen a cada lado, dando
la impresión de que el reino de China estaba en el centro del
mundo. ¡Los chinos quedaron encantados!
Algunos podrían cuestionar cómo Ricci complació a sus
anfitriones asiáticos. Pero debemos recordar que había llegado a
China par compartir la fe cristina. Esto requería de un trabajo
duro en cuanto a ver el mundo a través de los ojos de ellos.
Ricci estaba haciendo uso de un efectivo método misionero
desarrollado por el apóstol Pablo. «A todos me he hecho todo, para
que por todos los medios salve a algunos» (1 Corintios 9:22).
Pablo respetaba las costumbres hebreas y deliberaba acerca
del Antiguo Testamento con los judíos que estaban dispuestos a
escuchar las afirmaciones de Jesús. Con las personas provenientes
de un trasfondo pagano, él usaba sus formas de pensamiento para
compartir el evangelio (Hechos 17:22-31). En todo esto, Pablo
mantenía un equilibrio entre retener los aspectos esenciales del
evangelio y ponerlos en un marco de referencia que lo hiciera
comprensible al oyente. La cultura de una persona, sus
costumbres, y su cosmovisión ofrecen un lente a través del cual se
ve el mundo.
Puede que esto parezca satisfacer el egocentrismo, pero el
testigo eficaz compartirá el evangelio en términos que tengan
sentido para el oyente. ¿A quién conoces que necesite escuchar el
evangelio por medio de palabras que pueda entender? —HDF