La campaña presidencial estadounidense del 2004 ya es historia. ¿Pero quien puede olvidar la campaña negativa? ¿Te trae recuerdos las palabras «los Veteranos de Velero» y «la Guardia Nacional Aérea de Alabama»?

La práctica viene de los dos partidos. Ambos mostraron talento para los insultos, las indirectas, y las verdades a medias. Ninguno parecía interesado en elevar la urbanidad del debate; una acusación creaba otra, y así sucesivamente.

Jesús enfrentó Su cuota de campaña negativa. Sus opositores, los fariseos, hicieron lo mejor que pudieron por dar a entender acusaciones jugosas. «No puede echar fuera demonios porque está poseído por uno.»

Jesús no respondió en esta ocasión lanzando Sus propias granadas a los fariseos, aunque sin duda podría haber apuntado directamente todo un arsenal a la hipocresía de ellos. En vez de ello, mantuvo Su misión y usó la campaña negativa como una cabeza de playa para enseñar.

Puede que no enfrentes el mismo nivel de campaña negativa que enfrenta un candidato presidencial. Pero probablemente sí tengas que enfrentar la crueldad de las palabras. Tal vez ya lo has hecho. Puede que otros divulguen falsos rumores a tu espalda o te insulten en la cara. Incluso cuando las palabras no se transmitan a nivel nacional, duelen. Entonces, ¿qué hacer? Sigue el ejemplo de Jesús. Usa la situación para mostrar de qué estás hecho espiritualmente. Si respondes con tu propia ira y tus propias palabras mezquinas, no estás reflejando el carácter de Jesús. Pero si encomiendas tu reputación a la protección de Dios y te niegas a responder con la misma moneda, estarás mostrando una determinación a imitar a Jesús.

En vez de disfrutar de una oportunidad para la represalia, invita a tu crítico a tomar una taza de café. Encuentra algo acerca de él o de ella que te ayude a hacer algo a modo de bendición. Deja que aquéllos que te critican vean tu verdadero carácter; no confirmes sus sospechas.

Imagínate si los políticos de hoy adoptaran esa estrategia. Los vendedores de insultos y los consultores negativos podrían perder su trabajo. ¡Pero aquéllos que quieren ver que se promocionen los valores cristianos echarán sus votos a favor del comportamiento que es como el de Jesús! —JC