Una tarde, algunos amigos estaban pescando junto a un muelle en el mar, cuando divisaron un bote pesquero a la distancia que estaba en problemas. Al recordar cómo ellos habían sido rescatados de una situación similar, sabían que tenían que sacar a los pescadores que se estaban ahogando. Encontraron un bote a motor y se lanzaron a toda velocidad hacia el navío que se estaba hundiendo. Luego de unos cuantos viajes, trajeron a todos los pescadores a salvo de vuelta a la orilla.

Los hombres decidieron construir una estación de rescate para ayudar a salvar a otros pescadores que se vieran atrapados en un apuro similar. Compraron el muelle, construyeron una estación, y compraron botes de rescate. También adquirieron equipo salvavidas. En los meses que siguieron, rescataron a muchos otros pescadores.

Luego los medios se enteraron de su trabajo. Aparecieron en los periódicos y en la TV. La publicidad atrajo a visitantes interesados en las operaciones de rescate.

Los dueños renovaron la estación para dar cabida a los visitants. Alfombraron el piso, colocaron literas acogedoras y una cafetería en el rincón. A fin de mantener a las familias visitantes atraídas, organizaron actividades, mostrando videos de misiones de rescate pasadas, expediciones de pesca, y buceo con esnórkel para los niños.

Una tarde, luego de una exitosa misión de rescate, los pescadores ensuciaron la alfombra y desordenaron el lugar. Para preservar el ambiente, los dueños decidieron construir otra cabañita a cierta distancia cerca de la costa para que los sucios pescadores pudieran estacionarse más bien allí.

Vinieron más visitantes. Pronto los dueños ya no podían seguir recibiendo a los visitantes y llevando a cabo las misiones de rescate al mismo tiempo. Decidieron dejar los rescates porque consumían tanto tiempo, eran agotadores y sucios.

¿Estamos acaso cometiendo un error similar al no tenderles la mano con vehemencia a los no creyentes? ¿Estamos pasando más tiempo «jugando a la iglesia» en vez de amar a las personas de manera activa y llevarlas a ella?

Los creyentes en Jesús están llamados a tenderles la mano a aquéllos que no lo conocen. ¡Ésa es nuestra misión fundamental! Sigamos predicando el evangelio (2 Timoteo 4:2) y saquemos a los «pescadores que se están ahogando.» —LCC