Otra vez, tras estos muros pegado estoy,
No más playas de estacionamiento ni centros comerciales por donde voy . . .
El autor de esas palabras es Nathan Stephens, un lector de
Nuestro Andar Diarioy prisionero en una cárcel de Georgia. Los extractos de un poema que escribió se entretejen con este artículo por una razón — presentan la vida detrás de las rejas de hierro de una manera cruda y honesta.

De estos pistoleros Dios me salvó,
Donde el olor a sangre todavía persiste . . .
El apóstol Pablo usó la metáfora de una prisión en Gálatas
para ayudar a sus lectores a captar la manera en que la ley de
Dios revela el pecado. También usó la imagen de estar en una
cárcel para explicar cómo la ley brindaba protección a las
personas.

Luchando todo el día contra mi propia mente,
Desearía poder correr lo suficientemente
rápido para dejarla atrás . . .
Pablo entendía lo que la ley revelaba: «Pero la Escritura lo
encerró todo bajo pecado» (3:22). Por gracia, Dios extendió la ley
a los seres humanos para que pudieran conocer lo que era el
pecado y que los estaba manteniendo a una distancia de un Dios santo.

Señor, perdóname por favor por estar equivocado;
Padre —¡tómame! Duele y tanto tiempo ha pasado . . .
Antes de que Jesús viniera como el sacrificio perfecto por la
paga del pecado, la ley también ofreció un camino de esperanza a
las personas. «Encerraba» a aquéllos que se estaban esforzando por
seguirla para que pudieran ser protegidos de los caminos
destructivos del pecado.

Que de ahora en adelante me ames, eso he esperado
Por favor, Dios, ¡tanto tiempo ha pasado!
Las palabras de un prisionero de nuestros días y de un
escriba del primer siglo nos ayudan a entender la ley de Dios.
Revela el pecado y alienta a las personas a arrepentirse y a
obedecer a Dios. Jesús vino y cumplió la ley — ¡permitiéndonos
ser liberados de la cárcel del pecado para siempre!  —TF