La mayoría de las prescripciones para el cambio involucran dos cosas. Si queremos perder peso debemos comer menos y hacer más ejercicio. La libertad económica involucra hacer cortes en nuestros gastos mientras aumentamos el monto que ahorramos. Las buenas relaciones se desarrollan cuando escuchamos a los demás, en vez de simplemente hablar acerca de nosotros mismos.
Un elemento esencial de cambio es negativo mientras que el otro es positivo. Se requiere de ambos para transformarnos de quienes somos a las personas que esperamos ser.
En los evangelios, es interesante cuán a menudo el llamado de Jesús requería que las personas hicieran dos cosas. «El tiempo se ha cumplido —decía— y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio» (Marcos 1:15).
Arrepentirse significa volverme de mi vida interesada en mí en la que yo, y no Dios, está a cargo. Pero si todo lo que hago es arrepentirme, entonces he perdido algo sin ganar nada a cambio. Tengo que hacer lo segundo: creer en las buenas nuevas. A través del arrepentimiento me vuelvo del pecado, y por fe acepto el perdón de Dios, reconociendo a Jesús como Amo de mi vida.
Cuando Jesús dijo a Simón, a Andrés, a Jacobo y a Juan que los haría pescadores de hombres, ellos dejaron sus redes y lo siguieron (Marcos 1:19, 20). Dos cosas.
¿Qué te está diciendo el Señor hoy? Si has oído un llamamiento a la obediencia mientras estás orando, adorando, o estudiando la Biblia, lo más probable es que esto involucre dos cosas. Y ambas son esenciales.
Preguntar: «¿Debo arrepentirme o debo creer en las buenas nuevas?» es como preguntar: «¿Qué es más importante, el ala izquierda o el ala derecha de un avión?» Todos sabemos que se necesitan ambas para volar.
Negativo y positivo. Detenerse y arrancar. Disminuir e incrementar. Así es como cambiamos al abandonar la vida egoísta y aceptar la vida centrada en Cristo. Esa es la belleza de seguir a Jesús y de aprender cuánto podemos cambiar cuando estamos dispuestos a hacer dos cosas. —DCM