La vida puede volverse complicada. Cuando mi esposa y yo descubrimos que no podríamos tener hijos, nos vimos lanzados al remolino ético de la fecundización in vitro. Si no hubiésemos sido creyentes, es probable que hubiésemos hecho uso de dicho procedimiento como herramienta sin cuestionamiento alguno. Pero como seguidores de Jesús nos vimos obligados a preguntar: «¿Qué piensa Dios de tecnologías reproductivas como ésta?» ¡Y nos van a decir qué es un asunto complicado!
Recientemente cancelé un viaje al África con todos los gastos pagados adonde había planeado visitar un ministerio cristiano. Había informes de posibles ataques terroristas en el área donde estaríamos. ¿Tomé acaso una decisión razonable en base a información confiable, o tuve falta de fe en que Dios nos protegería?
El equilibrio entre la fe y la toma de decisiones responsables puede volverse complicado. Pero Marcos 3:13-15 me recuerda que seguir a Jesús es, en última instancia, algo bastante sencillo. En el monte, Jesús llamó a sus discípulos a hacer sólo dos cosas: estar con Él y ser enviados al mundo por Él. Este ritmo de relacionarse con Dios y responder al mundo marcó el propio ministerio de Jesús y la capacitación que le dio a sus discípulos. Considera lo siguiente:
• Lucas 4:1-15: Jesús orando y ayunando en el desierto (relación con el Padre), luego comenzando a predicar sobre su regre (respuesta al mundo).
• Lucas 5:15-16: Jesús retirándose a lugares solitarios para orar (relación) antes de dirigirse a predicar, a sanar y a hacer amigos (respuesta).
• Lucas 6:12-16: Jesús orando toda la noche (relación), antes de elegir a los 12 discípulos (respuesta).
• Lucas 9:1-10: Jesús enviando a los Doce en una misión especial. Ellos habían pasado tiempo con Él, fueron enviados en una misión, y luego regresaron a Jesús para volver a estar con Él, aprendiendo nuevas lecciones en el ministerio. Este mismo ritmo se repite más tarde con un grupo de 72 discípulos (Lucas 10:1-17).
Estar con Jesús, ser enviado, relacionarse con Dios antes de responder al mundo. ¿Cuán diferente se vería mi vida si danzara consistentemente a este ritmo en mi centro de trabajo, en mi iglesia, y en mis relaciones? —SV