Imagina que estás conduciendo a través de las montañas Rocallosas cuando de repente escuchas un mensaje de emergencia que te dice que evacues el área debido a un maremoto que se aproxima. Tú:
(a) ¿entras en pánico?
(b) ¿te ríes a carcajadas?
(c) ¿llamas por tu teléfono celular para tratar de comprar algún terreno en esa súper nueva área frente al mar en Nebraska?
Si elegiste b, estás mostrando esa rara cualidad conocida como sentido común. Gypsum, Colorado, de dónde de hecho se trasmitió dicha advertencia, se encuentra a unos 1,900 metros sobre el nivel del mar, y a casi 1,700 kilómetros tierra adentro. ¡Vaya maremoto! Bueno, vaya falsa alarma.
A lo largo de la historia hemos visto incontables falsas alarmas acerca del fin del mundo. Algunos libros incluso establecen fechas específicas para el retorno de Jesús, o dicen que Él ya regresó. Esa es pésima doctrina, pero vende libros.
Pablo tuvo que lidiar con falsos alarmistas en el primer siglo que habían perturbado a la iglesia en Tesalónica. «Que nadie os engañe en ninguna manera» les dijo a los creyentes (2 Tesalonicenses 2:3). Luego hizo un esquema de algunas de las cosas que deben suceder antes de que el mundo llegue a su violenta culminación. El «inicuo» (el Anticristo) debe primero revelarse (v.8). Él engañará al mundo con «con todo poder y señales y prodigios mentirosos» (v.9). Luego, «el Señor [lo] matará con el espíritu de su boca, y [lo] destruirá con el resplandor de su venida» (v.8). En otras palabras aquellos de nosotros que hemos puesto nuestra fe en Jesús no tenemos nada qué temer.
Leer los libros acerca de los últimos tiempos puede ser divertido y puede fortalecernos espiritualmente. Pero los libros que contradicen las enseñanzas de la Biblia no deben hacer tambalear nuestra fe. En vez de ello, escuchemos a Aquel en cuyas manos están nuestros años (Salmo 31:15), que ha prometido regresar por nosotros (Juan14:3). Jesús dijo: «A la hora que no pensáis vendrá el Hijo del Hombre» (Mateo 24:44). «Sí, vengo pronto» (Apocalipsis 22:20). —TG