Tenía 17 años y lanzaba hamburguesas en un restaurante de comida rápida. Una noche trabajé hasta tarde y enrumbé a casa como a las 3 de la mañana. Había un automóvil que venía en dirección contraria en la pista de dos carriles. De repente cruzó la línea central y se dirigió de frente hacia mí. Dí vuelta al timón y cerré los ojos. Crujió el metal. Los vidrios se hicieron añicos. Hubo un giro. Y todo se detuvo. Silencio… excepto por el casete en el equipo estéreo que tocaba la canción «Angels Watching Over Me» [«Unos ángeles me cuidan»] de Amy Grant. Escapé con unas cuantas cortaduras y un uniforme roto, pero estaba viva y de vuelta a la parrilla un par de días después.

¿Por qué Dios guardaría mi vida tan sólo para las tareas y las hamburguesas?
Hoy, hace ya mucho tiempo que pasaron los días de los trabajos de investigación y los exámenes, y permito que otra persona prepare las hamburguesas para mí. Esa noche tan sólo fue un paso en el camino de mi vida, un camino que todavía no ha llegado a su fin. Debe haber algo pendiente que yo tengo que hacer.

Si estás vivo y estás leyendo esto (y asumo que lo estás), tienes cosas que hacer, personas a quienes conocer y alabanzas que dar a tu Creador. Puede que no entiendas por qué Dios te eligió para que estuvieras vivo en este momento y lugar, pero así lo hizo. Puede que no sepas por qué esas dos células se unieron y se convirtieron en tu persona, pero así fue. Dios te hizo con una misión en mente.

Así que sal y haz lo que creas que Dios quiere que hagas hoy. Él no quiere que nos quedemos sentados y hagamos nada, esperando un mensaje de texto con sus órdenes exactas. «De mañana siembra tu simiente y a la tarde no des reposo a tu mano, porque no sabes si esto o aquello prosperará, o si ambas cosas serán igualmente buenas» (Eclesiastés 11:6).

Aun si estás haciendo tareas en las mañanas y lanzando hamburguesas en la tarde, no te rindas. Eso forma parte del plan.  —TC