Uno ve inmodestia en el vestir, escucha toscos comentarios, experimenta la andanada diaria de conducta inadecuada. ¿Alguna vez te has preguntado qué nos llevó al actual estado cultural en los Estados Unidos? La escritora Rochelle Gurstein tiene algunas respuestas. Ella dice:
«En el último cuarto del siglo XIX, aparecieron de repente nuevas agencias de exposición: periodismo invasor, una nueva clase de ficción que se enorgullecía de su realismo intrépido, y una nueva clase de conversación sobre la intimidad y el sexo por medio de la educación sexual.
Yo llamo a las personas que abogan por las actitudes implícitas en estos cambios “el partido de la exposición”. Sus opositores son “el partido de la discreción”. Hoy día, estos últimos probablemente sean considerados como “victorianos”, la epítome de todo lo que es beato y que parece atrasado.»
Uno de los principios del partido, que se encuentra en 1 Timoteo 2, es la modestia. En ese pasaje, el apóstol Pablo escribió que las mujeres necesitan vestirse decentemente y con modestia. Pero nota el versículo anterior a esa instrucción: «… quiero que en todo lugar los hombres oren levantando manos santas…» (v.8).
Al levantar las manos de esta forma, los hombres están declarando su ferviente deseo de Dios. La palabra santase traduce de la palabra griega hosios, que significa «agradable a Dios».
Es importante que consideremos la presentación de Pablo de cómo deben actuar los hombres y las mujeres cuando se reúnen para orar cuando luchamos contra «el partido de la exposición».
Considera estas preguntas:
• ¿Refleja mi ropa santidad y modestia?
• ¿Cómo muestran mis acciones mi ferviente deseo de agradar a un Dios santo?
• ¿Cuáles son las diferencias entre la cultura que me rodea y mi corazón?
En tu esfuerzo de vivir una vida santa, puede que te consideren atrasado o beato. No importa. El otro «partido» un día estará en peligro por la espiral descendente que es. Vive una vida decente en Jesús. —TF