Una de mis canciones preferidas de alabanza es la que dice: «Ven, es hora de adorar.» Es un llamamiento a adorar, una canción que te agarra y te dice: «¡Oye!, quita la mirada de ti y ponla en Jesús.»

El escritor de esa canción es Brian Doerksen. El autor de canciones canadiense y líder de adoración es renombrado por su obvio talento y su pasión por Dios.

Brian y su esposa Joyce tienen seis hijos. Tres de sus hijos tie nen el Síndrome Frágil X. Este trastorno genético causa varios grados de retraso mental. Uno de esos niños, Benjamín, de diez años de edad, requiere un cuidado constante: hay que cepillarle los dientes, cambiarle los pañales, mantenerle una dieta especial.

Cuando les diagnisticaron ese trastorno a sus hijos, Brian consideró dejar atrás su ministerio musical y quedarse en la casa. Pero en vez de eso decidió «continuar con una “cojera”, compartiendo el corazón de Dios por medio de la música y las artes, y dirigiendo la adoración, no sólo desde un lugar de fortaleza, sino desde un lugar de debilidad».

El apóstol Pablo entendía bien lo que era sentirse débil en la línea del frente del ministerio. Él tenía un aguijón, cierto tipo de aflicción que no desaparecía. Oró tres veces para recibir alivio. El Señor respondió con estas profundas palabras: «Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9).

A Pablo se le veía el poder en su vida, pero él también conoció la debilidad. Igual que Jesús, cuya debilidad (humanidad) fue evidente en su muerte en la cruz, y cuyo poder transformador fue visto en su resurrección, Pablo necesitaba ambas cosas para estar completo para su llamamiento.

Ni Pablo ni Brian Doerksen deseaban una «cojera» en su vida. Pero la gracia de Dios y el poder que contiene convierte los aguijones en hermosas flores.

Jesús puede convertir tu «cojera» en parte de su obra continua de gracia en tu vida. Deja que su poder sea evidente en tu  debilidad.  —TF