Yo pasé seis temporadas como entrenador de baloncesto del equipo titular de la escuela secundaria, en cuya posición me nombraron cuando tenía 24 años. Todavía recuerdo vivamente que el padre de un estudiante me detuvo un día y me dijo: «¡Eres muy joven! ¿Cómo puedes ser entrenador de un equipo titular?»
Siempre vas a encontrar personas que se sorprenden de los logros de la juventud. A veces no entienden cómo es que otros con tan poca experiencia de la vida pueden asumir posiciones de responsabilidad. Tal vez piensen que ellos son mejores por el simple hecho de que son unos cuantos años mayores.
Aparentemente, Pablo era consciente en el primer siglo de esa manera de pensar. Mientras escribía a Timoteo acerca de cómo lidiar con cierta enseñanza falsa que había surgido en la iglesia, Pablo procuró guiarlo un poco. Entre las cosas que le dijo estuvo: «No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza» (1 Timoteo 4:12).