Cuando Laura regresó a la universidad después de un receso de mediados de semestre, estaba loca por contar a sus amigos cristianos lo que había sucedido. Los amigos de Laura habían estado orando para que ésta tuviera la oportunidad de hablar con su hermana Annie acerca de Jesús. Resultó que las dos hermanas pudieron pasar mucho tiempo juntas. Después de compartir acerca de su vida en la universidad, Laura preguntó a Annie por su vida. En los ojos de la chica mayor se vio una sombra, y al poco rato estaban hablando seriamente de muchas cosas, incluyendo el Señor. Antes de que se terminaran las vacaciones de mediados de semestre, Annie dijo a Laura que había pedido a Cristo que la limpiara, la perdonara y la salvara.
Se nos hace difícil hablar de Jesús a los miembros de nuestra familia. Pero es esencial hablarles de Él para que ellos puedan, a su vez, acudir a Jesús.
En Marcos 5 vemos cómo Jesús transformó y liberó a un hombre de una manera increíble. Ese hombre, quien se comportaba de manera enajenada, salvaje y escandalosa, vivía entre los sepulcros cerca de Gadara. Los demonios que había en el hombre confrontaron a Jesús y Él los expulsó de inmediato. El hombre que una vez estuvo loco se calmó, dejó de hacerse daño, y suplicó a Jesús que lo dejara seguirle. Pero Jesús denegó su petición. En lugar de ello lo envió a su familia. El hombre transformado fue a la ciudad como testimonio del poder de Jesús para librar a todos los que se acercan a Él por fe.
Tal vez haya alguien en tu familia que no sea creyente. Quizás tú seas el único cristiano en tu casa. Tal vez te encuentres frustrado o te sientas culpable porque nunca has hablado con ninguno de ellos del Señor y de lo que Él ha hecho por ti. Ora para que puedas compartir a Jesús con tu familia. Pídele que te dé la oportunidad, el coraje y las palabras. Luego obedécelo, como hizo el hombre de la lectura bíblica para hoy. ¿Quién sabe? Quizás puedas llevar a tus amigos cristianos un emocionante informe como lo hizo Laura. —DCE