Hace dos años, los titulares de los periódicos anunciaban una graduación de escuela secundaria en Colorado con estas palabras: «La promoción pasada estuvo unida por el horror: los estudiantes de último año de Columbine siempre recordarán “aquel día”.» La promoción del año 2002 estaba en el primer año de secundaria el 20 de abril de 1999 cuando dos estudiantes exhibieron una conducta rabiosa y asesina. Perdieron amigos, hermanos, hermanas y un maestro. En la graduación, los estudiantes de último año volvieron a experimentar esas pérdidas, pero también reconocieron lo que habían ganado.

Su director les dijo: «Verdaderamente creo que ustedes han salido fortalecidos debido a los obstáculos que han tenido que vencer.»

Craig Scott, cuya hermana Rachel fue asesinada, dijo: «Es amargo pensar que ésta es la última promoción porque compartimos un vínculo. Pero al mismo tiempo es dulce porque llegamos al final juntos. Somos una prueba viviente de que la tragedia no prevalecerá.»

Incluso cuando sufrimos una pérdida profunda y dolorosa debido a las malas acciones de los demás, se gana algo. Pablo y sus compañeros experimentaron esto en la provincia de Asia cuando, como dijo él, «fuimos abrumados sobremanera, más allá de nuestras fuerzas, de modo que hasta perdimos la esperanza de salir con vida» (1:8). Las cosas estaban tan mal que ellos estaban seguros de que iban a morir. Pero de eso aprendieron a apoyarse en Dios (v.9), a confiar en Su capacidad de librarlos (v.10), y la necesidad que tenemos de las oraciones de los demás (v.11).

Además, adquirieron la habilidad de entender y ayudar a las personas que sufren transmitiéndoles el consuelo que recibieron del Señor. «… Dios … nos consuela en toda tribulación nuestra, para que nosotros podamos consolar a los que están en cualquier aflicción con el consuelo con que nosotros mismos somos conso lados por Dios» (v.4).

Cuando llega la calamidad, nuestra recuperación puede ser lenta y dolorosa. Sin embargo, incluso a través de nuestra aflicción puede haber ganancia si acudimos a Dios para que nos ayude y compartimos con los demás lo que Él nos da. Ese es el camino para tener victoria sobre las tragedias.  —DCM