Una amiga mía estaba haciendo un gran cambio en su vida; estaba dejando su empleo de 50 años para emprender un nuevo negocio. Lloraba cuando se despedía de sus compañeros y, al hacerlo, con frecuencia decía: «Perdón por las lágrimas».
¿Por qué algunas veces sentimos la necesidad de disculparnos por llorar? Tal vez vemos las lágrimas como una muestra de debilidad de nuestro carácter o de una vulnerabilidad que no nos gusta. Tal vez nos sentimos incómodos o pensamos que nuestras lágrimas molestan a los demás.
Sin embargo, es Dios quien nos dio nuestras emociones. Son una característica de que hemos sido hechos a la imagen de Dios (Génesis 1:27). Él sufre. En Génesis 6:6-7, estaba afligido y molesto por el pecado de Su pueblo y la separación que este causó entre Él e Israel. Jesús, Dios encarnado, se unió a Sus amigas María y Marta al llorar la pérdida del hermano de ellas, Lázaro (Juan 11:28-44). «Se estremeció en espíritu y se conmovió» (v.33). «Lloró» (v.35). «Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro» (v.38). Dudo que Él se disculpara por llorar.
Un día, cuando lleguemos al cielo, ya no habrá sufrimiento, separación ni dolor, y Dios enjugará toda lágrima de nuestros ojos (Apocalipsis 21:4). Mientras tanto, puede que corran las lágrimas. No hay necesidad de disculpas.