¿Cuándo fue la última vez que meditaste? La Biblia nos exhorta, sobre todo en los Salmos, a meditar (Salmo 1:2; 4:4;77:12; 145:2). Pero no hay instrucciones bíblicas sobre cómo hacerlo.

¿Debemos imitar a los monjes contemplativos de las eras pasadas, quienes dejaban su hogar y su familia para pasar la vida en el desierto meditando?
¿Existe una posición física adecuada para meditar, como sentarse en el suelo con las piernas cruzadas, las manos sobre los muslos y las palmas hacia arriba?

¿Repetimos una «palabra sagrada» una y otra vez, como han recomendado algunos? ¿Es la meditación realmente tan complicada y formal?

La Biblia nos da una buena guía, sobre todo al decirnos en qué debemos meditar. Un repaso rápido de los Salmos, especialmente el 119, nos anima a meditar en estas cosas de Dios: su amor, sus leyes, sus obras, sus normas, sus milagros, sus pensamientos y sus caminos.

También se nos pide que recordemos los días de antaño cuando Dios obraba entre los pueblos y las naciones (Salmo 143:5). Luego, en el Nuevo Testamento, Pablo dice a su «pupilo» Timoteo que medite en la doctrina, las enseñanzas que él había recibido de Pablo (1 Timoteo 4:11-16).

Sin embargo, lo más útil son las palabras del apóstol a los creyentes que vivían en la ciudad de Filipos: «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad» (Filipenses 4:8).

Yo creo que cuando un seguidor de Cristo presta atención a paisajes grandiosos, escucha o toca buena música, aprecia bellas pinturas o fotografías, siembra y cuida un jardín, se deleita en los animales, lee libros que honran a Dios y sus normas, aplica las lecciones de la historia o piensa en buenas obras y las exhorta en la vida de los demás, esa persona se involucra en la contemplación que puede llevar a la verdadera meditación en Dios.

El tiempo que se pasa pensando en las cosas buenas, rectas, justas y hermosas que Dios nos ha dado forma parte de esta importante disciplina espiritual. Pero centrarse en las palabras de la Biblia y aplicarlas es la parte crítica del proceso de meditación.  —DO