Te presento a la única persona del mundo libre que no tiene un teléfono móvil o celular. Los niños de seis años que no pueden cruzar la calle patinando tienen teléfonos pegados a sus pantalones. Yo no. A mí me gusta no estar accesible.

Desafortunadamente, mi renuencia a unirme al siglo XXI significa que tengo que usar una tarjeta para llamar por teléfono cuando estoy lejos de casa, lo cual es a menudo. Para hacer una llamada de larga distancia tengo que marcar 44 dígitos. Si cometo un error tengo que empezar otra vez. Y entonces recibo la señal de que el número está ocupado.

Las transmisiones por satélite global se completan rutinariamente en tres segundos, pero yo podría ir en Jet Ski desde Chicago a GreenBay en el tiempo que me toma completar una llamada al otro lado del lago Michigan. (Ya sé, ya sé. Deja de complicar las cosas y compra un teléfono móvil.)

Mucha gente trata de complicar también el cristianismo. Pero el cristianismo en su esencia —lo que C. S. Lewis llamó «nada más»— no es difícil de entender.

1.  Todo el mundo nace siendo pecador (Salmo 51:5; Romanos3:23).

2.  Dios no puede tolerar nuestro pecado, por muy trivial que pensemos que sea (1 Juan 3:5).

3.   Jesucristo, el Hijo de Dios, pagó la pena por nuestro pecado como único sacrificio perfecto (Romanos 5:6-8; Hebreos 10:12-14).

4.  Es nuestra fe en Jesús lo que nos reconcilia con Dios (Romanos3:22; 5:1).

Es tan sencillo que un niño de seis años lo puede entender. Pero millones de personas todavía se aferran a la vaga esperanza de que sus buenas obras van a impresionar a Dios. Después de todo, no son tan malos.

La idea de que no merecemos la separación eterna de Dios no se halla en la Biblia. Es una mentira del padre de mentiras, y está mandando gente al infierno todos los días.

No compliques la mayor de todas las preguntas que tendrás que contestar en tu vida. ¿Dónde está tu fe? ¿Estás confiando en lo que estás haciendo para Dios? ¿O está tu fe en Jesús y en lo que Él hizo en la cruz por ti?  —TG