Cuando era niño, uno de mis dibujos animados favoritos de la televisión era Tom Terrific [El fabuloso Tom]. Cuando Tom enfrentaba un desafío, se ponía su gorra de pensar y reflexionaba sobre el asunto con su fiel compañero Mighty Manfred [El poderoso Manfred], el Perro Maravilla. Por lo general, la fuente de esos problemas era el archienemigo de Tom, Crabby Appleton. Hasta hoy, recuerdo cómo se describía en el programa a este villano: «Crabby Appleton, podrido hasta la médula».
La verdad es que todos nosotros compartimos el problema esencial de Crabby: alejados de Cristo, estamos todos podridos hasta la médula. El apóstol Pablo nos lo describió así: «… No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios» (Romanos 3:10-11). Ninguno de nosotros es capaz de vivir a la altura de los patrones de santidad perfectos de Dios. Debido a que, por nuestra condición, estamos separados de un Dios santo, Él envió a Su Hijo Jesús para entregarse y morir en la cruz, para recibir el castigo que nosotros merecemos, y después, resucitar. Ahora podemos ser «justificados gratuitamente por su gracia» por medio de la fe en Él (v. 24).
Jesucristo vino a buscar a personas «podridas hasta la médula» y a hacernos una «nueva creación» (2 Corintios 5:17). En Su bondad, solucionó nuestro problema por completo… hasta la médula.