Alguien le dijo a un amigo mío: «Nos vemos dentro de un año»; y sonó raro cuando él contestó: «Sí, nos vemos del otro lado». Quería decir que lo vería del otro lado del despliegue anual que realiza la Marina de los Estados Unidos. Sin embargo, como la frase suele usarse en relación al cielo, me hizo pensar en la incertidumbre de la vida. Me pregunté: ¿Quién estará aquí dentro de un año? ¿Quién se encontrará para ese entonces del otro lado, en el cielo?

Sin duda, no sabemos qué deparará el próximo año ni la hora siguiente. En su epístola, Santiago escribió sobre esta incertidumbre. Reprendió a los comerciantes codiciosos por jactarse de lo que harían ese día, al día siguiente o, incluso, el próximo año (4:13). El pecado no era que hicieran planes, sino que se olvidaran de Dios y que, con arrogancia, alardearan sobre esos proyectos de negocios.

Santiago les recordó: «Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece» (v. 14). El comentarista Peter Davids dice que Santiago estaba señalando la insensatez de ellos y, en esencia, diciendo: «Oigan, ustedes que hacen planes. Ni siquiera se dan cuenta del poco control que tienen de la vida».

Ningún área de la vida está fuera del control divino. Así que, cuando hagamos planes, debemos recordar que «si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello» (v. 15).