Una vez, durante la Primera Guerra Mundial, el combate entre las trincheras era inusualmente violento. Estaba cerca la Navidad y un soldado alemán que trató de correr a una posición diferente fue alcanzado por el fuego norteamericano. Se enredó en los alambres de púas, donde sus aterrorizados gritos se convirtieron al poco tiempo en quejidos. Entonces, un compasivo y joven soldado norteamericano salió gateando de la trinchera y avanzó así para ir a ayudarlo.
Cuando el comandante norteamericano lo vio, ordenó a sus tropas el cese del fuego. El lado alemán siguió disparando hasta que el rescatador llegó donde estaba el soldado sufriendo. Luego, el oficial alemán se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y ordenó a sus hombres que pararan el fuego. En medio de aquella pavorosa calma, el norteamericano consoló al hombre herido, lo desenredó suavemente, lo levantó y lo llevó a los brazos de sus camaradas, quienes lo estaban esperando. El comandante alemán, que se había ganado una Cruz de Hierro por su valentía, se la despegó de su uniforme y la colocó en la mano del norteamericano. El cese del fuego duró hasta que el joven héroe llegó de vuelta con seguridad a su bando.
Conozco una historia similar. El rescatador era Jesucristo, el Hijo de Dios. Toda la humanidad estaba herida por el pecado, atrapada sin esperanza, y se la llamaba el enemigo de Dios (Romanos 5:10). Jesús dejó la seguridad del cielo, vino a la tierra a nacer de María, y entró en la «zona de guerra» por nosotros. La cruz que le dieron no era de hierro sino de madera, y con una valentía sin paralelo y solitario, murió para pagar la pena por nuestras transgresiones. Se levantó de la tumba y ahora rescata y redime del pecado a todos los que ponen su confianza en Él.
Esta Navidad, al recordar y celebrar la venida de Cristo, no olvidemos que fue un nacimiento en territorio enemigo. Recordemos también que su misión lo llevaría a una terrible muerte por nuestra redención.
¡Venid, adoremos, a Cristo el Señor! —DE
R E F L E X I Ó N
■ ¿Sería yo capaz de hacer una gran obra de valor y compasión?
■ Nuestro versículo dice que cuando Cristo vino, nosotros éramos enemigos de Dios (Romanos 5:10). ¿Qué creo yo que significa eso?
■ Al celebrar la Navidad a mi manera, ¿cómo puedo recordar también la cruz?