Me alegro de que Aristóteles fuera filósofo y no médico. Él creía erróneamente que el pensamiento tenía lugar en el corazón, y que el cerebro funcionaba como un radiador, enfriando la sangre. (Me pregunto qué recomendaba para el dolor de cabeza.)
Hoy, claro, sabemos que no es así. Sin un cerebro, tú y yo seríamos peor que un espantapájaros en El mago de Oz. El cerebro es el centro de mando, y está conectado a cada una de las partes del cuerpo a través de un complejo sistema nervioso. Cuando algo va mal con las conexiones, ya sea por ruptura o debido a una anormalidad química, los resultados son evidentes. La parálisis se produce cuando la médula espinal se rompe. Otras veces, los síntomas pueden ser un grado variable de pérdida del control muscular, o un problema con el habla.
No, éste no es un capítulo sacado de un libro de texto de anatomía humana básica. Sólo estoy tratando de decir algo. Aunque el cerebro sea perfecto, el cuerpo no responde perfectamente si las conexiones son defectuosas. A Jesús se le describe como la Cabeza del cuerpo. Él es perfecto, y quiere que nosotros estemos perfectamente conectados a Él. Si ese es el caso, entonces lo que hagamos y digamos estará dirigido por Su diseño y propósitos.
Pero a veces, las conexiones en el cuerpo de Cristo son afectadas por una enfermedad (el pecado), y las partes pierden comunicación con la Cabeza. Los resultados son predecibles: creencias equivocadas y maneras erradas de actuar (Colosenses 2:6-19). Jesús habló de nuestra necesidad de estar conectados a Él como las ramas a una vid (Juan 15:1-8). Debemos estar viviendo con Cristo y para Cristo si esperamos
producir el fruto de la piedad. ¿Estás conectado a la Cabeza? —KD
R E F L E X I Ó N
■ ¿Cómo puedo saber si estoy conectado a Cristo?
■ ¿Cómo puedes fortalecer las conexiones hoy? ¿Cómo afecta tu relación con Cristo la obediencia o la desobediencia?
■ Aparta un momento ahora mismo para expresarle tu amor a Cristo y sométete a Su control para este día.