Un florero de vidrio transparente con lirios, tulipanes y narcisos recibió a Silvia en la puerta de su casa. Durante siete meses, un anónimo creyente en Cristo le enviaba flores. Cada mes, el regalo llegaba con una nota con versículos bíblicos alentadores, y firmado: «Con amor, Jesús».
Silvia compartió en Facebook fotos de estas entregas secretas. Las flores le daban oportunidad de celebrar la bondad de un individuo y reconocer la manera en que Dios le expresaba su amor a través de sus hijos. Confiando en Él durante su batalla con una enfermedad terminal, cada flor colorida y cada nota manuscrita reafirmaban el amor compasivo de Dios hacia ella.
El carácter anónimo de aquella persona refleja la motivación del corazón que Cristo insta a su pueblo a tener al dar. Advierte de hacer obras justas «para ser vistos» por otros (Mateo 6:1). El objetivo de las buenas obras es expresar la adoración que brota de corazones agradecidos por todo lo que Dios ha hecho por nosotros. Resaltar nuestra generosidad puede quitar el foco del Dador de todo: Jesucristo.
Dios sabe cuando damos con buenas intenciones (v. 4). Él simplemente desea que nuestra generosidad sea motivada por el amor, y que demos a Él la gloria, la honra y la alabanza.