El verano pasado, mi esposo y yo fuimos a visitar una casa en la zona rural de Pensilvania, diseñada por el arquitecto Frank Lloyd Wright en 1935. Nunca había visto nada igual. Wright quiso construir una casa que surgiera naturalmente del paisaje, como si hubiese crecido allí… y logró su objetivo. La construyó alrededor de una cascada, y su estilo imita las rocas que se asoman a los costados. Nuestra guía explicó que la clave de que la casa fuera segura estaba en que el eje del edificio descansaba sobre rocas.
Al oír esas palabras, no pude evitar pensar en lo que Jesús les dijo a sus discípulos durante el Sermón del Monte con respecto a que sus enseñanzas serían para ellos un cimiento seguro para sus vidas. Si escuchaban sus palabras y las ponían en práctica, serían capaces de soportar cualquier tormenta. Pero aquellos que oyeran y no obedecieran, serían como una casa construida sobre la arena (Mateo 7:24-27). Tiempo después, Pablo evocó este concepto, afirmando que Cristo es el fundamento, y que debemos edificar sobre Él con obras que perduren (1 Corintios 3:11).
Cuando escuchamos las palabras de Jesús y las obedecemos, estamos edificando nuestra vida sobre un cimiento firme; sobre Él mismo: la Roca.