En 2005, Collins falsificó informes que llevaron a McGee a prisión durante cuatro años, y este juró encontrar a Collins cuando saliera y vengarse. Finalmente, McGee fue exculpado, pero ya había perdido todo. Mientras tanto, se descubrió que los registros de Collins eran falsos, y él también fue preso. En la cárcel, los dos conocieron a Cristo como Salvador.
En 2015, descubrieron que ambos trabajaban juntos en la misma organización cristiana. Collins recuerda: «Le dije [a McGee]: “No sé cómo explicarlo. Lo único que puedo hacer es pedirte perdón”». «Era exactamente lo que necesitaba escuchar», señaló McGee, y lo perdonó. Ambos pudieron reconciliarse porque habían experimentado el incomparable amor y perdón de Dios, quien hace que podamos perdonarnos los unos a los otros (Colosenses 3:13).
Ahora son grandes amigos. «Compartimos esta misión […] de enseñarle al mundo que si le debemos una disculpa a alguien, debemos dejar el orgullo de lado y pedirle perdón —dijo Collins—. Y si hay resentimiento, soltar esa amargura, porque es como beber veneno y esperar que mate al otro».
Dios llama a los creyentes a vivir en paz y unidad. Si tenemos alguna queja contra alguien, entreguémosla al Señor, y Él nos ayudará a reconciliarnos (vv. 13-15; Filipenses 4:6-7).