Dicen que todos tenemos un doble. Algunos los llaman doppelgängers [dobles andantes]. Son personas que se parecen mucho a nosotros aunque no tienen ninguna conexión de sangre.
El mío es una estrella de la música. Cuando fui a uno de sus recitales, muchos de los fanáticos me confundieron con él durante el intermedio. Lamentablemente, no soy ningún James Taylor a la hora de cantar y tocar la guitarra. El parecido es tan solo físico.
¿A quién te pareces? Mientras lo consideras, reflexiona en 2 Corintios 3:18, donde Pablo nos dice que «somos transformados […] en la misma imagen […] del Señor». Al buscar honrar a Jesús con nuestra vida, uno de nuestros objetivos es adoptar su imagen. Por supuesto, no significa que tenemos que dejarnos crecer la barba y usar sandalias… En cambio, el Espíritu Santo nos ayuda a demostrar rasgos de Cristo; por ejemplo, en actitud (humildad), en carácter (amor) y en compasión (acompañar a los que están caídos y solos), debemos parecernos a Jesús e imitarlo.
Mientras miramos «a cara descubierta […] la gloria del Señor» al fijar los ojos en Jesús, podemos parecernos cada vez más a Él. ¡Qué maravilloso sería si los demás pudieran observarnos y decir: «Veo a Jesús en ti»!