Cuando una serie de carteles rosa que decían «Te amo» aparecieron misteriosamente en un pueblo de Canadá, una reportera local decidió investigar, pero no tuvo resultados. Semanas después, aparecieron otros carteles con el nombre de un parque, una fecha y una hora.
Junto con una multitud de lugareños curiosos, la reportera fue al parque a la hora señalada. Allí se encontró con un hombre vestido con un traje y la cabeza tapada. ¡Imagina la sorpresa cuando él le dio un ramo de flores y le propuso matrimonio! El misterioso hombre era su novio… y ella aceptó felizmente la propuesta.
Esta expresión de amor puede parecer un poco exagerada, ¡pero la manifestación del amor de Dios sí que fue insólita! «En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él» (1 Juan 4:9).
Jesús no es una simple muestra de amor, como una rosa que alguien le da a otra persona. Jesucristo es el Dios-hombre que entregó voluntariamente su vida para que todo aquel que cree en Él sea salvo y viva para la eternidad con Dios. Nada puede separar a un creyente «del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 8:39).