L a primera persona que conocí más de cerca en el extranjero tenía un elegante acento inglés y un anillo en su dedo meñique. Al tiempo, me enteré de que el anillo no era una simple joya, sino que tenía grabado el escudo de su familia.
Se parecía un poco a un anillo de sello; tal vez, como el que se menciona en Hageo. En este breve libro del Antiguo Testamento, el profeta llama al pueblo de Dios a reanudar la reconstrucción del templo. Tras el exilio, habían regresado a su tierra natal para comenzar el trabajo, pero los enemigos del proyecto los habían detenido. Su mensaje incluye la promesa de Dios a Zorobabel, el líder, quien había sido escogido y apartado para la obra, como un anillo de sello (Hageo 2:23).
En la antigüedad, esos anillos se usaban para identificarse. En vez de firmar, se presionaba un anillo en cera caliente o arcilla blanda para imprimir una marca. Como hijos de Dios, nosotros también imprimimos una marca en el mundo al difundir el evangelio, hablarles de la gracia del Señor a nuestros vecinos y trabajar para poner fin a la opresión.
Todos tenemos una señal única que revela que fuimos creados a imagen de Dios y que expresa nuestra mezcla particular de talentos, pasión y sabiduría. Como un anillo de sello, produzcamos un impacto en el mundo.