Cada año, durante las semanas previas a la Navidad, Orchard Road, la franja turística de Singapur, se transforma en un mundo maravilloso de luces y colores. El propósito de este show de luces es atraer a los turistas para que gasten su dinero en las numerosas tiendas de la zona. Los consumidores llegan para disfrutar de las celebraciones, escuchar villancicos navideños y presenciar espectáculos.
El primer show de luces de Navidad no se produjo gracias a cables eléctricos, brillos ni luces fluorescentes, sino a que «la gloria del Señor […] rodeó de resplandor» (Lucas 2:9). Ningún turista la vio, sino solo unos sencillos pastores que estaban en sus campos. Y no solo eso, sino que le siguió una inesperada interpretación de un coro angelical, que decía: «¡Gloria a Dios en las alturas…!» (v. 14).
Los pastores fueron a Belén para ver si lo que el ángel había dicho era verdad (v. 15). Tras haberlo confirmado, no pudieron callar lo que habían visto y oído. Entonces, «al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño» (v. 17).
Muchos hemos oído con frecuencia la historia de la Navidad. Este año, ¿qué tal si compartimos con otros la buena noticia de que Cristo, «la luz del mundo» (Juan 8:12), nació para salvarnos?