Hace poco, apliqué una «agudeza» (una solución ingeniosa para un problema complicado) después de que mi nieta calentó su conejo de juguete junto al vidrio de nuestra chimenea. Como la falsa piel de conejo quedó pegoteada y se veía mal, un experto en chimeneas brindó una excelente agudeza: un consejo sobre cómo hacer que el vidrio pareciera nuevo. Funcionó… ¡y ahora ya no permitimos que los animales de peluche se acerquen a la chimenea!
Menciono las agudezas porque a veces, podemos ver las Escrituras como una colección de ocurrencias: consejos para hacer la vida más fácil. Si bien es cierto que la Biblia dice mucho sobre cómo vivir una nueva vida que honre a Dios, este no es su único propósito. Lo que nos ofrece es una solución para la mayor necesidad de la humanidad: ser rescatados del pecado y de la separación eterna de Dios.
Desde la promesa de salvación en Génesis 3:15 hasta la esperanza segura de un cielo y una tierra nuevos (Apocalipsis 21:1-2), la Biblia explica que Dios tiene un plan eterno para rescatarnos. Cada relato y sugerencia sobre cómo vivir nos señala a Jesús, el único que puede resolver nuestro peor problema.
Cuando abramos el Libro de Dios, recordemos buscar a Jesús. ¡Él ha provisto la mejor solución de todas!