En febrero de 1497, el monje Girolama Savonarola encendió una hoguera. Él y sus seguidores habían recolectado durante meses elementos que pensaban que podían tentar a las personas a pecar o a descuidar sus deberes religiosos: obras de arte, cosméticos, instrumentos y vestidos. Aquel día, quemaron miles de artículos de vanidad en una plaza pública. A este suceso se lo llegó a conocer como la Hoguera de las Vanidades.
Savonarola quizá haya encontrado inspiración para estas acciones extremas en algunas declaraciones impactantes del Sermón del Monte. «Si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti», dijo Jesús. «Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti» (Mateo 5:29-30). Pero si interpretamos literalmente las palabras de Jesús, nos perdemos el sentido del mensaje. Todo el sermón es una lección sobre ir más allá de la superficie para concentrarnos en el estado del corazón.
La Hoguera de las Vanidades hizo un gran espectáculo al destruir cosas materiales, pero lo más probable es que el corazón de sus dueños no haya cambiado. Solo Dios puede cambiar el corazón. Por eso, el salmista oró: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio» (Salmo 51:10). Nuestro corazón es lo que importa.