El misterio en la obra de Agatha Christie, Los relojes, presenta a dos antagonistas que cometen una serie de asesinatos. Aunque su plan original estaba dirigido a una sola víctima, comenzaron a matar a otros para encubrir el crimen inicial. Cuando Hércules Poirot los confronta, un conspirador confiesa: «Se suponía que fuera un solo asesinato».
Como los maquinadores en esa historia, las autoridades religiosas planearon una conspiración. Después de que Jesús resucitó a Lázaro (Juan 11:38-44), convocaron a una reunión de emergencia y planearon matar a Jesús (vv. 45-53). Pero eso no fue todo. Tras la resurrección de Jesús, aquellos líderes difundieron mentiras sobre lo sucedido en el sepulcro (Mateo 28:12-15). Luego, comenzaron una campaña para acallar a sus seguidores (Hechos 7:57–8:3). Lo que empezó como un complot religioso contra un hombre se convirtió en una red de mentiras, engaños y múltiples víctimas.
El pecado nos hunde en un camino cuyo fin no suele verse, pero Dios siempre ofrece una salida. Cuando el sumo sacerdote Caifás dijo: «conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca» (Juan 11:50), no entendía la profundidad de sus palabras. La conspiración de los líderes religiosos ayudaría a consumar la redención para el ser humano.